***
Mi familia ha sido muy importante en mi vida. Mis abuelos, por parte de mi madre, estuvieron en los campos de concentración de Auschwitz y en la Segunda Guerra Mundial. Imagínate todo lo que eso es. Mucho dolor familiar. Y llegaron a Valparaíso sin nada.
Fue él, Ladislao Fried, quien me llevó al tenis. Uno se siente muy contento de recibir apoyo en algo así, porque no era normal entonces que un hijo les dijera a sus padres que quería ser tenista. Lo normal es ir a una universidad, estudiar algo.
En ese tiempo ser deportista profesional no se veía como una carrera. No sé si lo miraban como un hobby, o como una locura. Pero hoy ya se entiende que es una carrera. Es lo mismo que ser abogado, ingeniero comercial, u otra cosa.
Simplemente, que dura mucho menos. Yo a los 33 años me retiré y me jubilé. Pero uno tiene que reinventarse. Yo tenía claridad total de que el tenis era mi carrera y me reinventé y soy capitán de Copa Davis: me lo ofrecieron dos meses después de retirarme, y sigo haciéndolo.
Hay atletas que terminan su carrera y sienten un vacío, porque estuvieron toda la vida haciendo este deporte y se enfocaron solamente en eso y después viene algo que no saben manejar al principio y se preguntan “qué va a pasar de aquí en adelante”.
No es tan fácil, porque tení 33-34 años. Yo en ese sentido siempre tuve claridad de que quería seguir este camino, pero tuve una carrera gracias a Dios, por suerte, exitosa.
Si yo quería ser entrenador, el día que colgué la raqueta como jugador profesional, tenia que olvidarme un poco de eso y decir: “de aquí para adelante parto de cero”. Porque antes todo giraba en torno a mí, y ahora el protagonista es otro: son los jugadores Copa Davis o Dominic Thiem.
Obviamente me queda mucho por aprender, porque llevo 7 años no más en esto. No sé cuántos años más lo haré. Si me preguntan ahora, diría que lo quiero hacer el tiempo que la salud me acompañe.
Porque no me aburro, no tengo problemas en viajar, no tengo problemas con la soledad. De hecho, cuando no tengo esto, el tenis, siento que algo me falta: ya tengo claro que esto es lo que necesito.
***
Desde los 11 años voy al psicólogo. La academia de tenis donde yo entrenaba en Villa Alemana contaba con uno y día por medio lo veía. Apenas pude pagar uno particular para que me acompañara a algunos torneos, lo hice. Invertí en eso.
Porque sabía que un deporte individual requería ser fuerte mentalmente, manejar ciertas emociones. Porque no se trata solamente de estar fuerte físicamente, de pegarle bien a la pelota, de entrenar tantas horas, de usar la mejor ropa. No. Al final es todo.
Porque si tu agarrai a los primeros 100 mejores jugadores del mundo, la mayoría le pega bien a la pelota, pero hay algunos que marcan la diferencia en la parte mental, en cómo se desenvuelven en los momentos difíciles, son más inteligentes en tomas de decisiones complejas.
Todo eso me lo enseñaron desde chico y yo intentaba traspasarlo a la cancha: muchas veces me salió, otras veces no. Pero por lo menos tenía los recursos para poder hacerlo.
La gente me pregunta mucho también por qué durante mi carrera he transmitido esa fuerza, esa garra, esa pachorra… pero también paso por muchos momentos difíciles para ser así. Yo no conozco a nadie a quien siempre le ha ido bien en la vida, y a nadie que siempre le ha ido mal.
La vida es de altos y bajos, así es que depende de uno cómo se desenvuelve. Quizás por estas historias familiares en que desde chico me enseñaron a ser muy patriota, a querer al país y nunca entregarse. Aunque el panorama sea muy negro.
***
Me dio Covid en el verano. Supuestamente me iba a Australia el 13 de enero y toda la semana anterior me hice los exámenes preventivos de PCR: en las seis pruebas, salí negativo. Hasta que di positivo. Tuve algunos síntomas leves, dolor de espalda, cansancio y algo de resfrío. Pero después de dos días estuve bien, fue muy leve, por suerte.
La gente suele preguntarme si hubo un momento complicado en el que pensé retirarme. Y no, nunca dije “no juego más”, o “no sirvo para esto’” Siempre era como un poco caliente, enojado cuando perdía.
Y de repente quizás veía un poco las cosas más difíciles de lo que estaban, pero era producto de la presión de querer ganar, de entrenar no sé cuántas horas y que no me resultara algo.
Entonces podía estar conversando horas y horas con mis entrenadores, ellos explicándome la situación, pero yo con la cabeza un poco dura, molesto. Y al final eso también es lo que transmito hoy a los jugadores más jóvenes.
Que si yo hubiera escuchado un poquito más, quizás hubiera sido un poco más simple. Pero yo tenía 27, 28, 29 años y tenía que pasar por esos momentos. Cuando uno tiene 20 piensa de una manera, cuando tiene 30 piensa de otra forma, y a los 40, de otra.
Por eso hay muchos entrenadores que tienen mi edad, o más, y que ya pasaron por todo esto y se lo transmiten a las generaciones nuevas. Es un deporte que no te da mucho respiro. Uno no puede perder tiempo porque esto es muy rápido y es corta la carrera.
No tengo frustraciones ni pendientes. Porque de chico siempre asumí que perder era una posibilidad, y los dos partidos más importantes de mi vida, los gané, que fueron las dos medallas de oro en Atenas.
Igual sigo jugando. Tengo que estar en forma, es mi compromiso porque tengo 41 y entreno a un joven de 27 años. Tengo que estar preparado para jugar 2 a 3 horas con él. Eso también me trae muchas cosas positivas.
La pandemia ha sido difícil, pero yo me acostumbro a todo. He estado encerrado en hoteles muchas veces durante mi vida. Ahora es mucho más extremo, claro. En los torneos no podíamos salir a la ciudad, en París nos daban una hora para salir a caminar al lado de la torre Eiffel. El año pasado nada.
Pero no me afecta estar encerrado en un hotel, no me afectó estar encerrado tres meses en mi departamento en Santiago cuando en abril partió la pandemia. Obviamente no es lo más normal, no es entretenido y no lo paso bien.
Pero no me echo a morir, no me pregunto tanto por qué esto, por qué lo otro. ¿Qué hago? Trato de avanzar en otra cosa, o de hablar con amigos que no veía hace tiempo, veo partidos de tenis para mejorar con Dominic, me entretengo viendo cosas.
Esto que se está viviendo en el mundo es algo momentáneo, es terrible, súper complicado para todos, hay familias que han perdido seres queridos, pero uno tiene que tratar de afrontar la situación. Si pensamos que esto no se va a acabar, es como estar destruyendo tu cabeza.
Sigo siendo muy amigo de Fernando (González). Por la pandemia, no nos vemos como antes, pero estuve con él hace poco, fui a su casa. Tuve la oportunidad de conocer a su hijo Félix después de varios meses. No es fácil mantener una amistad de tan largo tiempo cuando también hay rivalidad ahí.