“Fue uno de los mejores alumnos que he tenido. No puedo hablar mejor de él, pero por desgracia la derecha chilena decidió que él era el malo y lo atacó mucho”, opina el economista, quien se toma unos segundos para retomar la idea: “Renegociar algunos acuerdos comerciales es algo que muchos países han hecho. Creo que es bastante escandaloso que la gente haya interpretado su posición como algo en contra del comercio internacional, lo cual no es el caso”.
“Chile es muy bueno en política industrial”
Ha-Joon Chang llegó a Reino Unido en julio de 1986 para iniciar sus estudios de postgrado en Cambridge. En ese contexto conoció a Robert Rowthorn, un economista marxista británico con quien trabajó en la elaboración de la teoría de la política industrial, que describió como una vía intermedia entre la planificación central y un mercado libre sin restricciones. Desde ahí, desarrolló una ascendente carrera académica y hoy es considerado uno de los economistas heterodoxos -que no estudia/promueve ninguna ideología económica específica- vivos más influyentes del mundo. Ha publicado más de 10 libros sobre economía y su último, Edible Economics (Economía comestible), combina sus dos pasiones: la gastronomía y la economía.
Al principio de cada capítulo presenta un ingrediente o producto que luego vincula a un concepto económico. Así, por ejemplo, el plátano se convierte en un análisis de las empresas multinacionales, mientras que el pollo se transforma en un breve estudio sobre la desigualdad. El capítulo del limón aborda el cambio climático y la importancia de potenciar nuevas tecnologías.
“En una economía capitalista todo se ve a través del lente económico. Todo debe justificar su existencia en valor monetario. Incluso, en Gran Bretaña he conocido a gente que intenta justificar la monarquía argumentando que aporta muchos ingresos turísticos”, reflexiona el académico. “Mi opinión es que a menos que todo el mundo sepa un poco de economía, la democracia no tiene sentido, porque muchas de las cuestiones que se votan tienen que ver con esta disciplina. Entonces, en los últimos 15 años, he estado en una cruzada personal por la alfabetización económica de masas”.
Y matiza: “La reacción típica es que es una materia aburrida, demasiado técnica, poco interesante. Así es que pensé en ligar la economía con la comida: formulé historias de alimentos y luego las convertí en enseñanzas económicas”.
Por ejemplo, en el capítulo Coca-Cola, Chang aborda el neoliberalismo y cita una conocida declaración de Gabriel Boric cuando ganó la primaria presidencial en 2021: “Chile fue la cuna del neoliberalismo, y también será su tumba”. En el libro, el economista luego dice: “(Esa declaración de Boric) fue como si los estadounidenses hubieran votado la prohibición de la Coca-Cola”.
Sobre las mencionadas palabras del Presidente de Chile, Ha-Joon Chang reflexiona: “Creo que el sentimiento detrás de esa afirmación es correcto, porque Chile ha estado viviendo hasta ahora en una jaula mental que fue impuesta por el régimen de Pinochet, pero llamada neoliberalismo. Lo que es sorprendente de Chile, y que fue algo que le dije a empresarios y políticos cuando estuve de visita allí en 2019, es que muchos siguen diciendo que no pueden hacer política industrial, que no se les da bien. Pero aquello no es cierto, porque Chile es muy bueno en política industrial. Está el ejemplo del vino, del salmón, del papel. Ese éxito fue producto de una política industrial muy inteligente, llamada Fundación Chile, ProChile y la Corfo. Es decir, el gobierno y el sector privado trabajando juntos para poner en marcha nuevas industrias. Fue un bello ejemplo de política industrial exitosa. Entonces, ¿por qué no aplicarlo a la fabricación?”, reflexiona.
Y ahonda: “Chile podría ser mucho más próspero. Ya saben llevar a cabo una buena política industrial. Pero existen las jaulas mentales neoliberales que les dicen que este es el final de su viaje. Pero, ¿por qué no pueden ser buenos en inteligencia artificial, nanotecnología o biotecnología? Ese es el mayor problema con el neoliberalismo en un país como Chile”, complementa. “Tienen que pasar a otra etapa. Las jaulas mentales neoliberales realmente los están frenando. Se tienen que desprender. Y sí, (esa declaración) Boric la expresó de forma dramática, pero estoy completamente de acuerdo con el sentimiento. En todo caso, por supuesto, convertirlo en políticas prácticas es otra cuestión”.
Litio: “Muy pocos países han tenido una prosperidad sostenible basada en los recursos naturales”
Uno de los mensajes más importantes del libro gira en torno a la importancia de dejar de depender de los recursos naturales. Así, aborda lo que ocurrió con el auge y caída del salitre en Chile. “Si nos fijamos en la historia, muy pocos países han tenido una prosperidad sostenible basada en los recursos naturales. Hoy tenemos, por ejemplo, países como Arabia Saudita, Qatar, Kuwait, que son bastante ricos gracias al petróleo. A principios del siglo XX, Argentina era uno de los países más ricos del mundo gracias a la carne y el trigo. Y Chile era más rico que un buen número de países europeos como Finlandia y Noruega gracias al salitre. Pero el problema es que los recursos naturales se agotan, o su valor puede variar por razones que están fuera de control”.
“Así que la prosperidad sólo puede ser garantizada si los países controlan las tecnologías. Mientras Chile y Perú estaban haciendo dinero mediante la exportación de guano, los alemanes inventaron la tecnología para hacer el fertilizante mediante la fijación de nitrógeno en el aire con electricidad”.
Es por eso que Chang ve con dudas la popularidad del litio en Chile, un mineral cuyo valor se ha multiplicado por el crecimiento de la electromovilidad. “Una cosa con la que debemos tener cuidado es en los vehículos eléctricos, porque las tecnologías cambian rápidamente. En el último par de meses, los chinos han anunciado que han desarrollado una batería de sodio que no necesita mucho litio. Toyota también informó el desarrollo de otra batería de estado sólido, que, si se comercializa adecuadamente, acabará por completo con la batería tradicional de litio”.
Chang no se equivoca. La invención de Toyota promete cargar un vehículo en 10 minutos y realizar trayectos de 1.200 kilómetros, lo que significaría un avance importante en la autonomía actual de los vehículos eléctricos.
-Algunos dicen que hay que potenciar la manufactura en base a recursos naturales. Por ejemplo, en vez de sólo extraer litio, también producir baterías.
-No estoy en contra de que Chile trate de hacer baterías de litio porque cuando los países hacen estas cosas, adquieren capacidades tecnológicas. Pero lo que estoy tratando de decir es que la atención debe centrarse en la adquisición de tecnologías y capacidades productivas en lugar de producir una cosa en particular. No hay que fijarse demasiado en el producto.
-En abril el gobierno chileno anunció un proyecto que busca tomar control de los salares. Esto fue interpretado por algunos sectores y medios de comunicación internacionales como una especie de nacionalización. ¿Qué piensa al respecto?
-Mi opinión sobre la nacionalización es similar a lo que dijo una vez Deng Xiaoping (ex líder chino) sobre los gatos: no importa si el gato es blanco o negro, mientras cace ratones. La evidencia muestra que existe éxito en las empresas de propiedad estatal, como las aerolíneas de Singapur, Embraer en Brasil (hasta que fue privatizada) o POSCO en Corea. Yo no estoy a favor o en contra de la nacionalización de la empresa. Pero cuando se trata de recursos naturales, creo que hay un caso más fuerte detrás de la nacionalización porque, como contrafactual, las tecnologías usualmente son creadas por personas y eso les da el derecho a controlar ese negocio.
“El problema es que la gente piensa que debe escoger entre una cosa o la otra: libre mercado o control estatal. Pero eso no es así. Si nos fijamos, todos los países exitosos son una mezcla de ambas. El último ejemplo es Singapur, que es famoso por su política de libre comercio y su actitud de bienvenida a los inversores extranjeros. Pero muy pocas personas saben que el 90% de su tierra es propiedad del gobierno. El 85% de las viviendas las proporciona el gobierno, y más del 20% del PIB lo producen las empresas estatales. Así que a menudo reto a mis estudiantes de posgrado y les digo: ‘Miren, díganme una teoría económica que pueda explicar el éxito de Singapur’. No existe tal teoría porque ese país es el producto de una toma de decisiones muy pragmática”.
“El banco del desarrollo no es un esquema de izquierda”
Ha-Joon Chang fue alumno de postgrado en Cambridge con Mario Marcel. Desde ahí se conocen y, según su visión, el economista chileno “es muy inteligente y honesto”. Eso sí, su labor como ministro de Hacienda, dice, se ha visto eclipsada por el rechazo a la propuesta constitucional del 4 de septiembre. “Sin los cambios a la Carta Magna, es difícil hacer algo más agresivo. Ahora él está en la difícil situación en la que, su mandato final es la transformación económica y social, pero de alguna manera la población ya dijo ‘en realidad esto no lo queremos’. No soy político, así que no puedo comentar cómo salir de esto”.
Una de las propuestas que el gobierno de Gabriel Boric podría dejar de lado -y que fueron muy bulladas en campaña- es la creación de un banco del desarrollo, una propuesta que Chang ha promovido a lo largo de su carrera.
“Si ni siquiera se puede conseguir un banco de desarrollo, eso es muy preocupante porque no es una especie de esquema creado por la izquierda. Es una institución que ha sido utilizada por muchos países de todos los espectros políticos. Los bancos de desarrollo son necesarios porque es difícil poner en marcha proyectos transformadores a largo plazo con préstamos de bancos comerciales, que se enfocan en el corto plazo. Corea utilizó este modelo con mucho éxito, igual que Brasil y la Unión Europea”, analiza.
Inteligencia Artificial: “Necesitamos políticas públicas para hacer la automatización compatible con una sociedad más equitativa”
En uno de los últimos capítulos de su libro Economía comestible, Ha-Joon Chang hace un vínculo entre las frutillas y la automatización. Primero, repasa la historia de este fruto y luego lo conecta con el boom de la mecanización. Así, se hace cargo de un tema que hoy está en boca de muchos políticos y académicos: cómo la robotización y la inteligencia podrían cambiar el futuro del trabajo.
En el libro, sin embargo, desdramatiza la tendencia de la robotización y cita un estudio del economista James Bessen: “Durante el siglo XIX en Estados Unidos la automatización eliminó el 98% de la mano de obra necesaria para producir un metro de tela, pero el número de tejedores se multiplicó por cuatro, porque la demanda de tela de algodón, gracias al menor precio, aumentó enormemente”.
“Necesitamos políticas públicas para hacer esta automatización más compatible con una sociedad más equitativa. Piensa en todas las profesiones que han sido destruidas, pero hemos creado otras. El verdadero reto es crear trabajos más significativos y menos exigentes en términos físicos para desarrollar oficios de más ingenio e imaginación”.