Cultura
Elisa Alcalde: "Lo común y lo ordinario también es arte"
Hace dos años, casi por accidente, se dio cuenta que podía vivir de la pintura. Elisa Alcalde (35) cuenta estudió cine, pero sus trabajos estuvieron principalmente vinculados a la comunicación y el manejo de redes sociales como community manager. Hace una década para un cumpleaños le regalaron un set de acuarelas y de a poco empezó a pintar minerales.
“Me gustaban las piedras preciosas, pero como tal son pocas: esmeralda, zafiro, rubí y diamante. Entonces derivé a los minerales y se me abrió un universo. No sabía que existían tantos tipos y que eran tan bonitos. Me fascina la idea de que bajo tierra existan esas maravillas luminosas y llenas de colores. Me obsesioné y me sirvieron de inspiración. Pintaba casi todos los días cuando llegaba a mi casa. Se convirtió en un espacio de paz mental, de tranquilidad. Me ponía pequeños desafíos: ‘voy a pintar una pirita que es dorada, ¿cómo lo hago con acuarela?’”, cuenta Elisa.
Fue publicando algunos de estos trabajos en su Instagram y la gente se empezó a interesar, hizo trueques y también empezó a vender sus primeras obras. “Entonces pensé ‘algo estoy haciendo bien’.
Eso, calcula, fue hacia finales de 2013. Siguió explorando y aprendiendo cómo lograr brillos, transparencias y sombras gracias a la práctica y a los consejos de amigos artistas. Las imágenes las sacaba de sitios especializados de Internet, incluso sus pinturas aparecieron en un sitio para fanáticos de los minerales y así consiguió muchos seguidores nuevos.
En 2017 expuso su serie de minerales en Casas Lo Matta y sintió que con esa muestra cerraba una etapa. “Esos trabajos eran imágenes que sacaba de Internet, pero no constituían una obra propia y llegado cierto momento sentí la pulsión de hacer algo mío. Pintar composiciones creadas por mí y empecé con los bodegones”, dice en alusión a las escenas de objetos inanimados o naturalezas muertas.
“Más que hiper realista, mi pintura es figurativa, no me interesa ser Claudio Bravo. Me gusta que de cerca se note la pintura, las pinceladas, los errores, la materialidad”, explica. Cualquier mesa con rastros de comida puede transformarse en una pintura, dice.
Siguió pintando constantemente y generando ingresos cada vez más significativos con la venta de sus obras. Fue mamá a los 20 años, siempre ha mantenido variados trabajos freelance que le aseguraban un ingreso estable. Hasta que en febrero de 2020 se le acabó una pega, justo cuando llegaba la pandemia y todo se cerraba haciendo más difícil la búsqueda laboral.
“Después del caos y el estrés inicial, con el paso de los meses, me di cuenta de que estaba logrando vivir de la pintura. Llegó marzo de 2021 y llevaba un año sustentándome y ahí dije: ‘soy pintora’. Soy muy estricta conmigo misma y como no estudié arte, tenía ese peso de no contar con la academia”, afirma. Reconoce eso sí que 2022 fue un año más duro en lo económico, el flujo de ventas disminuyó y tuvo que buscar otras formas de vivir del arte, como dictar cursos de acuarela.