La Old Fashion Jazz Band es una banda de músicos aficionados que ensayan sagradamente una vez a la semana tras sus respectivas jornadas laborales. Se presentan en vivo unas tres veces al mes: en el Club de Jazz, en Bellavista y en distintos eventos, ciclos o festivales. Usan chalequitos escoceses, humita negra y boina. “Ellos no tienen pretensiones de dar la vuelta al mundo, ni de ir a Nueva Orleans o ser la banda revelación. Eso, creo, les permitió apadrinarme. Quizás una banda con más proyección no se toma el tiempo de enseñarle a una adolescente. Pero ellos tenían toda la disposición, porque quieren seguir traspasando su tradición”.
Además, cuenta, en ese tiempo estaba de moda una banda catalana intergeneracional, la Sant Andreu Jazz Band, de donde salieron dos exponentes jóvenes: Andrea Motis y Rita Payés. Eso les inspiró mucho, agrega la cantante. Y además de recibirla a ella, sumaron a otros dos músicos jóvenes, Enzo Medel y José Tomás Puga, generando un mix generacional de integrantes entre 15 y 20 años, hasta los fundadores de 80 años.
Ahí pasó años: primero como un año aprendiendo su repertorio y acompañándolos a sus presentaciones. “Cantaba un tema. Después la gente pedía otra y cantaba dos, tres, y así hasta que logré cantar la presentación completa”. Le enseñaron todo, no sólo musicalmente, también le pasaron películas de época, le mostraron a las divas y los estilos de moda flapper y charleston, cómo moverse y dirigirse a público desde el escenario. “El jazz tradicional era como el reggaetón de la época; tiene esto de interactuar con el público, de que estén bailando, tirando tallas, improvisando. Es un ambiente muy juguetón, muy lúdico”, comenta la artista. Agrega: “Eso fue muy importante para mi formación. El jazz en sí te exige encontrar un sello único. Son las mismas canciones hace 100 años. ¿Entonces, por qué seguir tocándolas? Porque cada banda tiene que encontrar su forma de entregarle algo nuevo a la canción y así perpetuar la tradición y seguir compartiendo esas melodías”.
Antonella y los integrantes de la Old Fashion Jazz Band
En paralelo con su participación en la Old Fashion, empezó a realizar trabajos como intérprete; cantaba en eventos, matrimonios, bautizos: “Iba con mi parlante a todos lados y hacía todo tipo de trabajos. Además, empecé a crear mis propias agrupaciones de jazz”. Al ver la realidad del rubro le bajó la necesidad de tener más herramientas y decidió estudiar Gestión Cultural en la Universidad Católica. “Fue un muy buen complemento. Siempre he sido muy proactiva, de querer formar proyectos, levantar mi banda. Además, los estudios eran muy compatibles porque todo lo que es canto ocurre en las tardes y noches, entonces podía conciliar ambas cosas”.
Sigue participando de la Old Fashion Band, y al menos un domingo al mes presentan su show de jazz tradicional. “Nos dedicamos a difundir la tradición y hay un público que quiere conocer qué es el jazz. La gente lo disfruta harto”.
El sueño de un disco
La pandemia, afirma, fue especialmente dura con el jazz. “Creo que fue el género más afectado, porque depende mucho del espectáculo en vivo. Entonces fue el momento de repensarse. Yo siempre soñé con hacer un disco, era algo que tenía muy en mente y durante toda mi adolescencia siempre ahorré para eso. Y cuando llegó la pandemia sentí que ése era el momento, porque no había nada que hacer literalmente, y contacté a varios productores”, cuenta Antonella. Así llegó al productor Marcelo Aldunate y echaron a andar el proyecto Si tan Solo EP; una colección de cinco canciones que había compuesto a lo largo de su vida.
El disco que va a lanzar este año incluye 11 canciones inéditas compuestas por Antonella.
“Hice un trabajo consciente sobre las influencias que quería que tuvieran mis canciones, lo que quería rescatar, el mensaje que quería dar. Lo que resultó fue un disco inspirado en las películas de los años ‘40, que rescata guiones, soundtracks y la estética visual de esa época, y a la vez responde a mis influencias con la Old Fashion Jazz Band. Tuve la meta de juntar ambos mundos de una forma familiar, lúdica y transversal. Quería darle algo a ese público que me venía siguiendo del mundo del jazz y de los boleros, que es hacia donde he ido transitando. Antes que nada soy una fanática de la música popular”.
Mantuvo el look que ya venía cultivando: “Entonces en vez de cambiarlo, dije: ‘cómo agarro esto y lo resalto aún más’. Es como crear un personaje. Al cantar me gusta interpretar de una forma muy teatral, exagerada. Las canciones de este disco son muy narrativas, hay algo que contar y me gusta explicar de qué se trata cada tema”.